Con la masificación del trabajo a distancia por el coronavirus, muchos turistas combinan trabajo con vacaciones. El hotel es el nuevo coworking.
“Es un home-office no tan office”, define Catalina Herbin, de 20 años, desde el patio descubierto del Playas, el primer hotel construido en Pinamar ubicado en pleno centro del municipio. Está nublado, pero agradable, y en un rato, se llevará la laptop a una lujosa reposera, entre esculturas y plantas, frente a la pileta. En un verano atípico por la pandemia por coronavirus, no es la única que decidió mudar el escritorio a la playa.
El cronograma se hace fácil, ahora que coordinó los horarios con el responsable de su área. Trabaja desde temprano a la mañana hasta pasado el mediodía y luego: día libre para ir a la playa o disfrutar de los bosques, paseos comerciales y actividades deportivas.
En Pinamar, el 90 por ciento de las plazas son de alquiler de departamentos y casas, contra un 10% de camas en hoteles. El sector de los propietarios no residentes es el más fuerte: a principios de la cuarentena, muchos intentaban viajar a sus casas en el distrito para salir del encierro de la ciudad. El municipio, lanzó una Inciativa para capitalizar la tendencia y lanzó un sistema de padrinazgo a la estadounidense para fomentar que muchos se radicaran de forma permanente en la ciudad. Más de uno, agarró viaje.
Ahora, la temporada de verano abrió una nueva posibilidad para muchos no propietarios que no se querían perder la posibilidad de vacacionar y trabajar en simultáneo. Según la Secretaría de Turismo local, el primer fin de semana del año, comenzó con una ocupación del 60 por ciento en general, con un pico del 80 por ciento en Cariló.
En San Remo Viking, un hotel 3 estrellas a solo 150 metros del mar, varios tomaron la costumbre de aprovechar la hora del desayuno para trabajar. Las mesas cerca de las toma corrientes para enchufar los cargadores son las más codiciadas. Alberto (66) no trabajaba fuera de casa en Vicente López desde el 20 de marzo, por tener edad de riesgo. Ahora coordina por whatsapp los horarios y trabaja en su notebook desde el comedor r del hotel, cuando lo ve vacío.
“Es un respiro a lo que fue todo el año trabajar desde acá. Ayer, por ejemplo, trabajé desde las 7.30 y a las 9.30 nos metimos con el guardavidas en el mar. Salí, almorcé y a la tarde volví a conectarme con la empresa”, cuenta. Lo que extraña: la pantalla más grande que tiene en su casa. También, se olvidó el teclado y el mouse.
El Wifi sigue siendo una de las principales dificultades en el distrito. La cooperativa Telpin trabaja para extender el tendido de fibra óptica, pero todavía Internet es lento en muchos hospedajes, casas y departamentos.
A unas cuadras, está La Vieja Hostería, un edificio histórico donde se alojaron figuras emblemáticas del viejo Pinamar que fue reformado hace diez años como hotel Boutique. Entre cuadros en atriles, libros de antaño y muebles de madera, a las 11 ya son dos los turistas que teclean en sus computadoras portátiles. Un tercero mantiene una videoconferencia con su oficina.
Con su celular en un soporte portátil, Diana Cabred (53) se prepara para una llamada que tendrá en media hora. “En lo que es Recursos Humanos, estábamos más acostumbrados a hacer las entrevistas para los procesos de búsqueda de forma presencial, pero la pandemia cambió todo”, cuenta y señala que ahora es lo mismo estar en su departamento que de vacaciones en Pinamar.
La hostería boutique, dice la titular de DC y Asociados Capital Humano, es un lugar tranquilo para trabajar y más en los días soleados: “Es un placer estar afuera, rodeada de naturaleza, cerca del agua y a la sombra”. Con su pareja, solían cortar el trabajo unas semanas en el verano, pero este año “con el parate que hubo” y justo “cuando empieza a reactivar” eso no es una posibilidad. “Yo prefiero estar acá. Ya fue un año de mucho encierro y acá combino el trabajo con caminatas por los bosques, pileta y recorridos en bici. Me encanta.”
Fuente: Clarín.