MEDIAS VERDADES-“Dharma”
Una de las acepciones de la palabra Dharma, dice que es “Un estado en el que cualquier oscurecimiento, sea de un tipo emocional o intelectual, ha sido eliminado; o justamente aquello que se ha convertido en el medio para eliminarlo. El verdadero significado del término es que, como una medicina indicada para una enfermedad, elimina la materia contaminante del sistema de un individuo. Las diferentes características a las que hace referencia son el mensaje espiritual y el entendimiento profundo de éste o de las dos verdades de la cesación de la frustración y lo que lleva a esto. El significado de la palabra es, sostener, eso es, no nos deja recorrer otra vez el camino del samsara y sus existencias malignas, sino que nos sostiene en el camino correcto hacia el crecimiento espiritual.”
(Traducción de Herbert Guenther, en From Reductionism to Creativity)
Gastón
Hay mañanas en las que el sol ya pesa desde el primer momento en el que asoma por detrás de las montañas de San Fernando. Es octubre, ya bien entrada la primavera y el viento caliente que sopla del oeste desde las 10:00 am hasta bien entrada la tarde no es de ayuda. Para nada. Gastón es ayudante en el taller de bicicletas de un tío, hermano de su viejo. Él trabaja ahí desde hace un par de años, cuando murió su papá, y hubo que ayudar en casa. Está terminando los estudios secundarios y no deja de soñar con la oportunidad de estudiar en la universidad. Pero ese sueño se complica día a día, la economía familiar va a la par de la economía del país. Nada alcanza, nunca. Siempre hay que juntar el mango para pagar alguna boleta de servicios que esta atrasada, para cambiar las zapatillas que ya muestran la uña del dedo gordo del pie porque rompió la tela, para llevar algo de almacén para la cena con su madre cuando los patrones no le pagan el día. Sin embargo, Gastón no se rinde, ni se entrega. Su rutina es la de un soldado. Trabajo por la mañana, estudios por la tarde, tareas a la noche. Como un reloj, pocas veces hay tiempo para disfrutar. A veces cuando vuelve por las tardes a su casa, ve a un grupo de chicos en la esquina de su casa, que lo miran y hacen bromas. ¿Hablaran de él? Mejor ni pensar en eso.
Esa mañana en particular se siente alegre, no hay nada distinto, simplemente se levanto de buen humor, desayuna y se pone su ropa de trabajo. Cuando sale a la calle se encuentra con un perrito tirado en la vereda, es cachorro, parece que lo abandonaron y esta temblando de miedo. Lo levanta y se queda atrapado en la dulzura de los ojos del animal. Piensa en dejarlo en su casa, pero con todo el trajín que tiene, recién a la noche podría ocuparse, por lo que decide llevarlo a la bicicletería. Lo pone en el canasto delante de su bicicleta, se monta y se va al trabajo. Son apenas las 7:45 y ya hace calor, recorre las 20 cuadras a buen ritmo y llega a horario al trabajo, su tío esta abriendo las puertas, se saludan, le hace un par de encargos para que se ocupe y le avisa que tiene que irse al médico, que se ocupe del negocio. Eso pone contento a Gastón, la responsabilidad no lo asusta. Si todo sale bien seguro que su tío le da unos pesos extras al mediodía. En cuanto termina de sacar las bicicletas que ponen en la vereda, para tener espacio en el taller, llega un cliente con la rueda pinchada, y casi de inmediato otro mas en una motocicleta. Con habilidad las va desarmando a las dos ruedas para parcharlas y descubre de inmediato el porque de la llegada de los clientes:
- ¿Vinieron por la orilla del canal? – Les pregunta.
- Si
- Si, como siempre -responden los dos al unísono- ¿Por qué?
- Los dos pincharon con miguelitos de alambre de púas, ese es el gomero de la orilla del canal, que cuando no tiene trabajo, lo genera. No es la primera vez que pasa. Encima recién se levanta a las 10:00 a abrir
Gastón hablaba, pero en ningún momento detenía el trabajo de sus manos, era automático y preciso para los movimientos, y no perdía tiempo, mientras se secaba el pegamento del parche, revisaba las válvulas y las cubiertas para buscar otras roturas, trabajaba en serie, para que ambos se fueran juntos, y el trabajo fuera mas eficiente. Los dos estaban yendo a trabajar y él quería ayudarlos a llegar a horario. Los muchachos se fueron y el empezó a guardar las herramientas cuando escucho al joven jadeando en la puerta del taller. Estaba apoyado en la moto, y apenas respiraba de la agitación, la rueda de adelante estaba desinflada y al parecer venia corriendo con la moto a la par desde un par de cuadras, cuando el nuevo cliente pudo recuperarse, levanto la mirada y Gastón lo reconoció, el Flaco pasaba todas las mañanas en la moto y lo saludaba con una sonrisa, algunas veces le había pedido controlar la presión de aire de las ruedas, y siempre le dejaba un billete de diez pesos en la latita de propinas,
- ¡Hola, amigo! ¿Te la puedo dejar para que me la arregles? Ya llego tarde al laburo y mi jefe me la tiene jurada…me faltan como diez cuadras para llegar, pero si voy corriendo llego. Después al mediodía paso a buscarla.
- ¡Anda en mi bici amigo! Cuando vuelvas al mediodía me la devuelves y te llevas la moto.
- ¿Enserio? ¡¡Gracias loco, me salvaste!!-
Gastón entro a buscar la bicicleta, y en esos minutos el Flaco vio al cachorrito. Lo llamo y se acerco a acariciarlo.
- Si te gusta te lo podes llevar- le dijo Gastón.
- ¡¡No amigo, no puedo!! No tengo un buen lugar para cuidarlo. Seguro que va a encontrar un mejor dueño. ¡¡Gracias, por todo!!
El muchacho se subió a la bicicleta y se fue.
Gastón sonrió y miro al cachorrito.
- Parece que hoy me toco hacer de salvador amigo – le dijo- y empezó a trabajar en los encargos de su tío.
Martin
Cuando tenes 45 años, todo empieza a cambiar de color, madurez le dicen. Martin tenia esa forma de ver la vida. Separado hacia varios años de la madre de sus hijos, ahora vivía en pareja con una mujer de su misma edad llena de sorpresas. Eso le divertía, ella le había traído esos colores que necesitaba renovar en su vida… Sin embargo, había algunas cosas que no podía dejar. Aun quedaban algunos tonos de su juventud en la paleta. Las reuniones de los jueves a la noche en el club con los amigos. Cena y truco. Las escapadas a pescar cada tanto… Y la jugada del Quini 6 (un juego de azar y apuestas) todo el miércoles justo antes de que cierre el sorteo a las 19:30hs.
Ese miércoles salió del trabajo a las 19:15, demorado por un cliente de última hora, se subió a la moto y pensó en cortar camino por la orilla del canal, paso el primer cruce, y acelero. Casi a mitad de cuadra sintió que la moto se sacudía… La rueda de atrás estaba pinchada.
Largo la puteada sin guardarse nada. Esa era su forma de equilibrarse, estaba enojado por el suceso, pero no estaba en su dominio, ¿para qué mantener el enojo? Ya no llegaba a la agencia. Y la cábala era completa. Día, hora, agencia y repetir los números 2-15-21-24-30-36. Los había soñado hacia 7 años. Justo después de separarse, y desde entonces muy pocas veces no los había jugado. Había cambiado de agencia algunas veces, pero desde que jugaba en esta hacia mas de un año, ya había salido 4 números en tres ocasiones. Eso era mucho mas que en cualquier otra antes. No podía cambiar…
Menos en esta jugada que tenía un pozo acumulado de varias semanas. Era mucho dinero. Muchísimo. Una pila de sueños se podía cumplir con ese dinero… Los de él, los de sus hijos, lo de su mujer. Pero ya no llegaba, la agencia no podía cargarle los números después de las 19:30. Se resignó y camino los 100 metros que lo separaban de la gomería pechando la moto para no romper la cubierta.
El empleado del lugar estaba sentado en banco de madera mirando su teléfono celular.
- Buenas tardes -saludo Miguel- parece que se pincho la rueda de atrás.
El hombre levanto la vista y con una sonrisa paso de los ojos de Miguel a la rueda, y de nuevo al rostro.
- No solo parece. Si, se pinchó…- dijo en tono burlón- ahora la reviso, no vaya a ser que rompió la cubierta.
No era secreto para Martin el hecho de que algunas veces las gomerías repartían por las calles aledañas elementos punzantes para “provocar” clientes. Sin embargo, eligió no juzgar, y se quedo esperando a que le arreglaran la moto. El hombre trabajaba callado, y a veces levantaba la miranda como controlando si Martin lo observaba.
- Por suerte es solo la cámara, maestro. No se rompió la cubierta -dijo el hombre- parece que se mordió, y por eso se pinchó…
Martin escucho lo que le decían y se dio vuelta a mirarlo, y pudo ver justo el momento en el que el hombre sacaba el alambre doblado de la cámara y lo tiraba n un tachito, lejos de la vista.
Su primera intención fue hacer el reclamo, sin embargo, pensó en que aun no tenia la moto terminada, que podía armarla mal si se enojaba por el reclamo… Decidió no decir nada, solo asintió con la cabeza y soltó un …
- Si, menos mal… arregle nomas. Yo espero.
Terminado el trabajo, Martin pago, y se subió a la moto, al llegar a la avenida el semáforo se puso en rojo, y al detenerse vio un cachorrito parado en la puerta de la bicicletería. Le llamo la atención porque lo estaba mirando a él. Se acerco, se bajo de la moto y se puso de rodillas para acariciarlo. En eso salió el dueño del negocio, a quien conocía de años, y le pregunto si era de él.
- Lo trajo mi sobrino esta mañana, le dije que lo dejara aquí, por ahí pasaba alguien que lo quisiera adoptar. ¿Lo queres?
- Lo estoy pensando. Algo me hizo bajarme de la moto…
- ¿Vos tenes hijos no? Seguro que les va a encantar tener una mascota. Va a ser un perrito mediano nomas.
- Es hembra. Y si, me la voy a llevar… Gracias jefe. Que termine bien su día.
Martin puso a la perrita bajo la campera, y se fue a su casa. Ya se había olvidado de la jugada del quini.
Sus hijos festejaron la llegada de la mascota, estaban felices de poder criar una perrita, y la perrita estaba feliz de los cuidados que recibía. Mientras los miraba jugar, pensó: “Para esto pinche la moto y no llegue a la agencia” Se sintió totalmente en paz.
A la mañana siguiente, como hacia todos los jueves, busco la información de los sorteos del día anterior. Había un solo ganador del sorteo. Se sonrió, pensando en que se le había escapado otra vez.
- Quien será el suertudo- dijo en voz alta- toda esa plata junta.
Busco los números que habían sido ganadores, y la sonrisa se le borró. 2-15-21-24-30-36. Eran SUS números. Y él no los había jugado.
Hernán
Hay días en los que se debe hacer un esfuerzo inmenso para que no te gane la incertidumbre. Ese miércoles era uno de esos días. Parece que nada sale como se quiere.
El despertador sonó, pero Hernán lo apago de un manotazo. A los 15 minutos paso una ambulancia que con el ruido de la sirena lo despertó de nuevo. La noche anterior se había quedado estudiando hasta tarde para los exámenes del próximo fin de semana, y el sueño lo estaba venciendo. Cuando entro a ducharse, el calefón estaba apagado, y salió desnudo del baño para encenderlo. en la cocina se dio cuenta de que la ventana estaba abierta y una vecina del piso de arriba lo estaba viendo, y en ese instante su mama cero el postigo y lo reto en medio de risas para que se fuera a bañar La vergüenza fue inmensa.
Cuando al fin logro salir de casa, con 15 minutos de atraso, por algún milagro la moto arranco de primera, pero diez cuadras antes del trabajo se pinchó una rueda. Llego a la gomería y estaba cerrada. Recordó que la bicicletería de la avenida estaba abierta desde temprano y corrió hasta allí. El pibe que lo atendió le presto la bicicleta y gracias a eso pudo llegar a horario al trabajo. Su jefe era un buen hombre. Pero también muy estricto, sobre todo con los horarios. Si llegaba tarde por mas de 5 minutos, lo mandaba de vuelta a la casa y no le pagaba el día.
- Así te vas a hacer un hombre derecho Hernán. -Le dijo la primera vez que paso- Y desde ese día se cuidaba muchísimo de llegar tarde. Y había empezado a aplicarlo en todos los aspectos de su vida.
A la hora del almuerzo, se cruzo a comprar un sándwich en el quiosco de enfrente, la chica que atendía era preciosa y hacia días que quería invitarla a salir. Pero tenia miedo de que lo rechace. Y se conformaba con verla y charlar unos minutos a diario. Cuando cruzaba la calle de vuelta al trabajo, un ciclista le choco el brazo que llevaba la gaseosa y el sándwich, y todo voló al medio de la calle, un auto que pasaba lo termino de destruir. Resignado se dio vuelta y volvió al quiosco a comprar otra vez. La chica le pregunto que paso, y al contarle se sonrió y lo invito a comer con ella.
-Mira, aquí tengo suficiente para los dos, le dijo.
Hernán no lo podía creer, acepto la invitación y se paso la hora del almuerzo charlando y riendo con ella mientras comían. En medio de la charla se animo a invitarla a salir y ella acepto.
Cuando volvió a trabajar se dio cuenta de que a cada cosa que le había ocurrido ese día, aunque pareciera devastadora, el mismo universo le había puesto una solución.
-. La ambulancia que lo despertó a tiempo
-. Su madre cerrando la ventana
-. El pibe de la bicicletería prestándole su bicicleta para que llegue a tiempo
-. La chica que le gusta, invitándolo a almorzar porque su almuerzo había volado por los aires. Y aceptando salir con él.
A Hernán se le dibujo una sonrisa, y durante todo el resto de la jornada, no se le borro. Se sentía bien. Muy bien.
Ya faltaban pocos minutos para el cierre del negocio y Hernán se dio cuenta de algo. Era miércoles, ya estaba por cerrar el sorteo del Quini, y Martin no había venido a hacer su apuesta de todas las semanas. Hacia mas de un año, que religiosamente entre las 19:00 y las 19:20 de cada miércoles, Martin entraba y postaba una boleta del Quini con los mismos números. 2-15-21-24-30-36. Habían pasado tantas cosas ese día, y el universo había conspirado a su favor, que decidió devolver algo de lo que había recibido. Activo la maquina, cargo la apuesta, cargo los datos de Martin, pues los sabia de memoria y cerro la jugada. Le pagó a su jefe con dinero de su propio bolsillo. Estaba seguro de Martin le devolvería el importe.
A la mañana siguiente, cuando llego al negocio, su jefe estaba saltando de alegría, una boleta de Quini, jugada allí había sido premiada con el pozo acumulado. Y eso los hacia ganadores a ellos como agencia de una gran suma de dinero.
- ¿Ganamos? ¿Qué números salieron sorteados? -Pregunto Hernán-
- .2-15-21-24-30-36 -respondió de memoria su jefe- ¿Sabes de quien son?
- Si jefe. Son de Martin, el cliente de ultima hora de los miércoles. Yo le hice la apuesta anoche, porque el no llego.
- ¡Hernán! Es INCREIBLE
- Si jefe, pero también es el resultado de hacer bien las cosas.
Martin estaba sentado jugando con la perrita y con sus hijos, ya eran casi las 8 de la noche del jueves cuando sonó el timbre de la casa. Salió a atender, y cuando abrió la puerta Hernán estaba mirándolo con la boleta del Quini en la mano.
- Esto es tuyo Martin. Como ayer no fuiste, yo la jugué por vos. Me costo un poco ubicar tu casa, por eso no vine antes. Te felicito.
Martin no lo podía creer. Lo invito a pasar.
Hernán entro a la casa y de inmediato apareció la cachorrita.
- Yo a vos te conozco- le dijo- ¿No estabas en la bicicletería?
- Si, es ella. Ayer la traje a casa. Los chicos le pusieron de nombre Dharma.
Martin le conto la historia del día anterior, Hernán le conto la suya.
Martin le dijo que el premio era de los dos, 50% para cada uno
Hernán decidió darle la mitad de su mitad a Gastón.
Por las dudas, ninguno de los tres, paso nunca más por la calle del canal.
El pibe de la gomería todavía tira cosas para que se pinchen las ruedas.
Cesar Ocaña
Certificado como Coach Ontológico Profesional, por ECOA,
Escuela de Coaching Ontológico Americano, sede Salta.
Certificación avalada por la AACOP y la FICOP.