La irresponsabilidad de uno, es el dolor de otros
Llama al covid como “la enfermedad de la soledad”. Es enfermera desde hace 22 años, pero afirma que nunca vivió algo como lo que nos sucede desde marzo del 2020. Asegura que la gente ya no sólo le perdió el miedo al virus sino que además ahora lo ignora. Y advierte que lo más duro es ver a los pacientes que mueren completamente solos. Alejandra Acosta es la encargada del programa “Acompañar” en el Centro de Salud.
Es quien prepara a los familiares para el último adiós. Convive con la muerte desde hace 16 meses. Habla y pide responsabilidad. “Con tener distancia del otro y usar bien el barbijo estamos protegidos. No es tan difícil, pero la gente parece no entenderlo”, advierte.
“Uno puede estar preparado para su trabajo, nos capacitan para todo tipo de situaciones, pero el año pasado se nos quemaron los papeles. Trabajé como enfermera durante la epidemia de gripe A, pero es incomparable. La tensión, la muerte, el sufrimiento, esa rapidez con la que se dan los casos no lo habíamos visto nunca. Y tenemos que acompañar el duelo. El duelo saludable dura un año, pero hoy no tenemos tiempo de hacerlo y se nos murieron familiares, amigos, vecinos. No hay tiempo de procesarlo, es muy triste, y todavía hay muchos que piensan que esto no existe”, dice resignada.
Acosta explica que a veces llegan los familiares y el paciente ya falleció. No hubo despedida. “Es muy agotador y triste para todos si no sabemos gestionar nuestras propias emociones”, dice. Critica a quienes no le dan importancia a lo que está pasando. “Ahora nadie sabe dónde se contagió. Yo les pregunto a los pacientes y dicen que no saben. Nadie salió, nadie fue a fiestas, todos se cuidaron, pero están internados. La comunidad está negando la realidad, no puede haber tantos contagios cuando nadie sale a la calle. Hay mucha gente que no toma conciencia de lo que está pasando”, dice Acosta.
“Nosotros no podemos más, estamos trabajando saturados en serio, vemos la muerte, el sufrimiento, el dolor. Es una situación muy triste. Ojalá todos se dieran cuenta”.
Fuente: La Gaceta